La fructosa es un monosacárido, o sea, un azúcar simple que no es producido naturalmente por el organismo y se encuentra en las frutas, siendo además el responsable del sabor dulce que ellas poseen.
Ella también es una sustancia que está presente en diversos alimentos que se consumen en nuestro día a día como refrescos, bebidas energéticas y jugos artificiales.
Existen diversos factores que hacen que el consumo exagerado de la sustancia contribuye para el aumento de nuestro peso y muchos están relacionados con los efectos de la fructosa causa en nuestro metabolismo. Entonces quiere decir que la fructosa engorde? Vamos a analizar este factores y responder a esta pregunta:
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El exceso de la sustancia en el organismo hace que ella ofrezca resistencia a la insulina, y con esto, nuestro apetito aumente.
Esto sucede porque la insulina es una hormona que actúa en el control del metabolismo y del uso de la energía en nuestro cuerpo. Cuando el organismo es resistente a la insulina, es preciso que ella sea producida en mayor cantidad para que pueda ejercer estas funciones adecuadamente.
El problema es que con el aumento de la presencia de la hormona, se hace más difícil para el organismo tener acceso a la grasa almacenada, que sirve como fuente de energía al cuerpo, y el cerebro tiene la sensación de que ella está en falta y que estamos hambrientos. Entonces, terminamos comiendo más, incluso sin necesidad.
Otro factor relacionado con el hecho de que la fructosa engorda es la resistencia de la otra hormona, llamada leptina. Este proceso está ligado al aumento de los niveles de triglicéridos, que son un tipo de grasa que se encuentra en la sangre, que impiden el paso de la hormona para el cerebro.
Secretada por las células adiposas, la leptina tiene la función de informar al cerebro de que el cuerpo ya está satisfecho. Funciona de la siguiente manera: si las tasas de estos hormona aumentaron, esto significa que el organismo ya tiene grasa suficiente y, por tanto, la energía adecuada.
Sin embargo, si el cerebro no identifica el crecimiento de la leptina, también no sabe que tenemos la energía suficiente, lo que nos induce a comer más sin necesidad.
La fructosa engorde por no permitir que el cuerpo se sienta satisfecho después de la ingestión. Esto se ha demostrado por medio de un estudio científico realizado en el año 2013.
Durante la investigación, dos bebidas diferentes fueron distribuidas en 20 voluntarios sanos: una endulzada con fructosa y otra endulzada con glucosa. El resultado fue que mientras que la bebida a base de glucosa disminuyó el flujo sanguíneo y la actividad en el hipotálamo, que tiene entre sus funciones la producción de la sensación de hambre; la bebida preparada con fructosa no obtuvo el mismo resultado.
Además, los investigadores también señalaron que, comparando las personas que tomaron la bebida con la fructosa y las que consumieron la de la glucosa, los últimos se sentían menos hambre y más satisfechos que los otros.
La conclusión fue que a pesar de que las bebidas tuvieran igual número de calorías, la presencia de diferentes azúcares hizo que el nivel de saciedad no fuera el mismo en todos los individuos.
Siendo así, cuando comemos un alimento rico en fructosa, tardamos más para estar satisfechos, acabamos ingiriendo un mayor número de calorías y, por tanto, ganando peso.
A diferencia de la glucosa, que puede ser utilizada por todas las células del cuerpo humano, el único órgano que puede metabolizar la fructosa en grandes cantidades es el hígado.
Lo que sucede cuando nos alimentamos de una dieta rica en fructosa, es que nuestro hígado está sobrecargado y transforma esa cantidad excesiva de fructosa en grasa.
El único problema aquí no es que la fructosa engorde. Ella también ofrece otros daños a la salud. Un ejemplo es que, por aumentar el nivel de triglicéridos en la sangre, este azúcar hace que el riesgo del desarrollo de enfermedades en el corazón sea más grande.
Por hacer que nuestro organismo ofrezca resistencia a la insulina y es necesario que aumente la producción de la hormona, la fructosa también trae el riesgo de la aparición de la diabetes tipo 2 y la obesidad.
La sustancia aún aumenta la producción de ácido úrico, que cuando se encuentra en exceso en el organismo puede causar enfermedades como la gota, el problema que causa inflamación en las articulaciones, y cálculo renal, además de la precipitación o empeoramiento de la hipertensión.
Además, la alta presencia de fructosa también puede perjudicar a los pacientes diagnosticados con cáncer. La justificación es que las células cancerosas pueden proliferar con mayor facilidad mediante el uso de la sustancia como fuente de energía.
A pesar de contener la fructosa en su composición, las frutas no son las grandes villanas de la historia, teniendo en cuenta que ellos tienen la sustancia de forma natural y ofrecen una variedad de beneficios al organismo, además de poseer calorías en menor cantidad que los productos industrializados. Estos, a su vez, por lo general contienen fructosa como uno de sus aditivos.
Consulte a continuación una lista con los alimentos que más tienen fructosa en su composición:
A pesar de ser una condición poco frecuente, algunas personas desarrollan intolerancia a la fructosa, que ocurre debido a la falta de la enzima necesaria para descomponer la sustancia. El tratamiento contra este problema exige la eliminación de alimentos con fructosa de la dieta, lo que requiere de bastante cuidado en relación a golosinas, alimentos industrializados y dulces dietéticos o para diabéticos.
En Caso de que los portadores de la intolerancia ingiram algo de comida con la sustancia, los síntomas que pueden aparecer son vómitos, diarrea, dolor abdominal y falta de energía.
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